Ser Consumidor Directo puede ser aconsejable a partir de 4 GWh anuales
Vicente Padrón Vida, Gerente Aprovisionamiento y Telemedia, Creara
Existen diferentes estrategias para comprar energía eléctrica en el mercado eléctrico actual, ya sea a través de un comercializador, o un representante de consumidores, o bien convirtiéndose en un consumidor cualificado. Convertirse en un Consumidor Directo de Mercado (CDM) conlleva una serie de ventajas e inconvenientes a valorar a la hora de dar el paso dentro de la estrategia de compra de energía.
Las empresas cada vez más quieren controlar el gasto en la cuenta de energía. Antes de 1997 el sector eléctrico español era un mercado regulado con un producto muy definido. Se solía concebir el coste de la energía eléctrica como un gasto fijo. La liberación del sector y la progresiva madurez del mercado eléctrico ha hecho posible que las empresas ganen en competitividad tanto en sus servicios como en sus productos y procesos productivos, beneficiándose de costes eléctricos variables. Como por ejemplo, la compra con coberturas y los sistemas multiclick, o convertirse en Consumidor Directo de Mercado pueden ayudar a diferentes tipos de consumidores a conseguir cuantiosos beneficios económicos, si bien no todos son ventajas.
De forma tradicional, un consumidor accede al mercado a través de la Comercializadora con un tipo de contratación, fija o indexada.
Sin embargo, cualquier consumidor tiene la posibilidad de convertirse en sujeto de mercado para operar como consumidor directo, el cual, tiene la capacidad de comprar energía en el mercado para su consumo propio. En este proceso de compra, el consumidor asume las acciones de estimación, nominación y liquidación de la propia energía, que normalmente dependen de la figura del comercializador.
Esta forma de compra conlleva ventajas e inconvenientes que han de ser valoradas y cuantificadas de forma detallada y transparente.
Entre las principales ventajas se encuentran:
- Ahorro que se genera al prescindir de la figura del comercializador y, por ende, del margen de comercialización, gastos financieros y coste nacional del fondo de eficiencia energética.
- La empresa/consumidor puede planificar su propia estrategia de compra en los mercados diarios e intradiarios.
- Gestión propia los desvíos. El conocimiento y la monitorización de los consumos resulta fundamental para reducir el coste de esos desvíos.
En cuanto a los inconvenientes, podemos reseñar:
- Ser un consumidor directo requiere de la disposición de recursos con el objetivo de conseguir la habilitación frente REE y OMIE, así como una dedicación exhaustiva en la operación continua. El ejercicio diario se basa en una correcta estimación de la demanda, aplicación de las estrategias de compra en cualquiera de los mercados y control de la facturación de OMIE, REE y distribuidoras.
- Se exige solvencia y agilidad en la consolidación de pagos y garantías tanto básica como adicionales frente a los organismos correspondientes.
- Es recomendable llevar un seguimiento de la operación con el objetivo de detectar ineficiencias en la gestión de desvíos o estrategias de compra.
Como conclusión podemos afirmar que, aunque la conveniencia o no de convertirse en un Consumidor Directo de Mercado depende de cada situación en concreto, puede ser aconsejable para aquellas empresas/usuarios con consumos energéticos a partir de 4 GWh anuales. En el caso del sector que nos ocupa, como la compra de energía se realiza por unidad de programación (todos los consumos bajo un mismo CIF, por ejemplo), se pueden englobar diferentes puntos de suministro y oficinas para alcanzar dichos consumos.
Esto abre nuevas oportunidades de negocio en el marco estratégico de las empresas. No obstante, esta diferenciación conlleva la necesidad de un control exhaustivo de la gestión de la energía, de modo que la figura de personal especializado es esencial para reducir los riesgos implícitos.