Actualmente, la iluminación representa el 32% del total del consumo energético de los edificios de oficinas (ver gráfico, según la experiencia de BEG). Este simple dato pone de manifiesto la importancia que cobra el aprovechamiento de la luz natural como alternativa a la iluminación eléctrica, tanto en edificios públicos como privados.

En este sentido, la normativa española actual (el nuevo CTE DB HE3 que desarrolla las exigencias de eficiencia energética de las instalaciones de iluminación) ya establece que “se instalarán sistemas de aprovechamiento de la luz natural que regulen, automáticamente y de forma proporcional al aporte de luz natural, el nivel de iluminación de las luminarias situadas a menos de 5 metros de una ventana y de las situadas bajo un lucernario…”. De este modo, el sistema de aprovechamiento de la luz natural regulará automáticamente y de forma proporcional al aporte de luz natural, el nivel de iluminación.

¿Cómo se determina la luz natural suficiente para el desarrollo de una actividad concreta?

Una de las inquietudes que más preocupa a ingenieros, arquitectos, empresarios y usuarios a la hora de priorizar la luz natural en un edificio es si ésta será suficiente para realizar un tipo de actividad concreta. Las prácticas de ingeniería tradicionales para los cálculos de la luz natural se han actualizado y sincronizado con los cambios climáticos, avances y las necesidades del diseño moderno de edificios sostenibles.

Aun así, la medición utilizada por la mayoría de los detectores se basa en la luz reflejada, que es un sistema que ha quedado muy atrás. Este tipo de medición debe evitarse porque da falsos resultados de medición al ser muy dependiente de los factores de reflexión ambiental en las superficies como mesas de trabajo, paredes, techo, muebles, etc. Estos sensores miden la suma de luz artificial, luz natural y luz mixta (artificial más natural).

La medición de luz de última generación proporciona resultados muy precisos sobre las condiciones de luz diurna útil.  Estos detectores crepusculares, o medidores de luz, deben de poder tomar dos mediciones de luz: uno de luz puntual y otro de luz ambiental. La ponderación de estas dos medidas varía en función de las características del espacio, según si los acabados son más o menos brillantes, los colores, el mobiliario, etc.

Así pues, siempre y cuando se alcance el nivel de iluminación necesario para el desarrollo de las actividades de los usuarios, el máximo aprovechamiento de la luz natural como alternativa a la iluminación eléctrica permite conseguir importantes ahorros en el consumo de energía. Pero ¿hay suficiente luz natural en el interior de los edificios? Se calcula una autonomía de luz natural de un 67% en espacios de trabajo de 8 de la mañana a 6 de la tarde.

Actualmente el Comité Europeo de Normalización (CEN) está trabajando en el TG169/WG11 para desarrollar una propuesta de un nuevo estándar para la luz natural en los edificios. Por otro lado, en el TC156/WG19 se está trabajando para revisar la norma EN15251. En la propuesta establece un sistema de clasificación de la disponibilidad de luz natural en un edificio. El método de clasificación procede de la norma ISO 10916:2014 y corresponde a la norma alemana DIN V 18599-4 para el cálculo del impacto del aprovechamiento de la luz natural en la demanda de energía para la iluminación. La clasificación también se basa en el factor de luz natural.

Monetizar el aprovechamiento de la luz natural

El óptimo aprovechamiento de la luz natural en los edificios genera dos beneficios directos:  un gran ahorro económico en la factura de la luz, y la recuperación parcial de la inversión a través de ayudas y subvenciones.

Respecto al primero, implica un ahorro económico considerable, ofreciendo una autonomía de hasta un 67%, lo que implica que la iluminación artificial solamente permanece encendida un 33% del tiempo.

En cuanto al segundo, parte de la inversión en eficiencia energética se puede monetizar con la obtención de un CAE (Certificado de ahorro energético).

Por último, cabe resaltar que el uso de controles de iluminación favorece la actividad de las personas y aumenta su productividad; por ejemplo, en oficinas y entornos laborales. Esto se logra gracias a la utilización de luz biodinámica que se adapta a los ritmos circadianos naturales.

Luis Claver, country manager de B.E.G Hispania